Debido
a los acontecimientos históricos, sociales y
económicos del siglo XX, a la influencia de las vanguardias artísticas
y a la separación moderna de lo culto y lo popular, se produce un aislamiento
del artista (Efland,
Kerry & Stuhr, 1996, p. 3). Esto crea una separación entre
el arte y la sociedad, que durará varias décadas, y se extenderá en ciertos
aspectos hasta la actualidad.
La
educación artística, se ve incluso mayormente afectada por esta influencia
moderna, acusando un característico retraso educativo respecto a la situación
artística vigente. A partir de la de cada de 1960-70, aparecen unas tendencias
artísticas con una base social, opuestas al capitalismo, que intentan incluir
en sus desarrollos la participación activa del espectador. Entre estas
manifestaciones aparece la instalación, el performance y el land art.
Estas expresiones
artísticas, centradas en el análisis del espacio y el tiempo, modificaron
notablemente la percepción del arte y la relación del artista con el
espectador, lo que afecta notablemente a la educación artística. Se produce una
democratización de la actividad artística y la aparición de unos temas y
actitudes creativas con un importante potencial educativo.
En el
primer apartado de este texto realizaré, de una manera muy resumida, una
contextualización de la instalación y señalaré sus antecedentes artísticos más
significativos. Esto nos ayudará a perfilar sus características, para
establecer en el tercer apartado unas relaciones con procesos o dinámicas
didácticas. En el cuarto y quinto apartado se van analizar los aspectos más
significativos que aporta la instalación a la educación artística actual. En la
última parte se explica cómo estas aportaciones podrían constituir una relación
didáctica con una estructura horizontal y democrática.